Caos en el país más desarrollado del mundo por Cristóbal Pérez-Jerez

¿Cuándo soñó usted que el presidente de Estados Unidos iba a ser desalojado por las fuerzas de seguridad hacia el búnker antinuclear de la Casa Blanca?, ¿qué pasa en Estados Unidos cuándo las principales ciudades, las pobladas por millones de personas educadas, de ingresos medios altos y acostumbradas a la democracia iban a amanecer en estado de sitio?

No cabe duda el mundo está cambiando. Lo que no sabemos es cuál será el resultado. Se fortalecerán los derechos democráticos, las personas seremos más conscientes de construir una economía y sociedades más equitativas, solidarias, pacíficas; con un enorme respeto por la naturaeza; o por el contrario, renacerán Estados autoritarios y fascistas; o el mundo será tan caótico que todo el mundo tomará diferentes rumbos. Nadie lo sabe, estamos ante una crisis de incertidumbre.

Sea cual sea la desviación ideológica que poseamos; estatista extrema, que el Estado se haga cargo de los medios de producción, y que por medio de unos angelitos planifique la producción y el consumo en forma igualitaria, lo que algunos llaman comunismo; o un mercado perfectamente libre, en donde todo se produzca en forma privada, permitiendo que la competencia premie a los mejores agentes económicos y se produzca en forma eficiente y competitiva, que otros llaman neoliberalismo. Utopías que no pueden funcionar, ya que sería sistemas perfectos, creados por nosotros, seres imperfectos. O, en el mejor de los casos, continuaremos la historia del liberalismo democrático. Un sistema que reconoce que las utopías son inalcanzables y que lo mejor que podemos hacer es tener un sistema de competencia imperfecta, mediado por una democracia electoral, adicta a la ampliación de la legalidad de los derechos humanos.

En Estados Unidos, y en Europa, este sistema liberal-democrático, también está colapsando. ¿Qué hacer?

Podremos construir sociedades más pequeñas, en pequeños territorios, sociedades de subsistencia equitativa. La sociedad necesita, para subsistir en armonía, dos elementos centrales: una economía que produzca suficientes medios para satisfacer las necesidades, no solo del humano, sino de todos los seres del planeta; y un sistema político, es decir, una autoridad suficientemente reconocida y respetada, basada en la eficiencia, la honestidad y el sacrificio. El virus actual está destruyendo de raíz los sistemas de producción y de poder en el mundo. El humano se enfrenta al reto de tener que transformar las relaciones socio-económicas y políticas, nacionales e internacionales.

Como lograr que existan empresarios que no se conviertan en dueños de todo; es decir, empresarios que organicen las fuerzas productivas y que la plusvalía generada se utilice para el consumo colectivo y la inversión, sin generar riquezas para pequeños grupos de individuos. Humanos que organicen la sociedad con el fin de que la sociedad sea equitativa, igualitaria, solidaria.

El humano avanza en el conocimiento científico de la naturaleza y el cosmos. Logrando avances fundamentales en el transporte terrestre y extraterrestre, generando conocimientos esenciales del ADN y la información esencial de cada individuo. Pero, todos estos conocimientos no sirven para integrar una ruta que permita comprender las leyes para compartir la naturaleza, el planeta con el resto de seres vivos. Se perdió el esfuerzo griego, científico, de integrar todo el conocimiento natural y social. La división del trabajo y la especialización nos permite producir masivamente productos que logran el bienestar de un solo ser: el humano. Y, destruyen aceleradamente al resto del planeta y sus otros seres vivos. Con el resultado final que está a la vista. No es un invento de un ser especial. Simplemente, la destrucción de los recursos naturales y el resto de seres vivos tiene que provocar el aumento exagerado en la cantidad de humanos y su consumo voraz de la vida en el planeta.

Podremos los humanos construir un nuevo mundo, una nueva sociedad. La crisis económico-social de Estados Unidos y Europa, los centros del liberalismo democrático, aparece perturbadora. El liberalismo con sus promesas de igualdad, equidad y solidaridad está perdiendo credibilidad en todo el mundo; el final es incierto. El nuevo escenario será una etapa del desarrollo social superior al liberalismo. ¿Nadie lo sabe?, no aparecen las cualidades que permitan sostener un sistema superior. Entonces, lo contrario sería volvernos al feudalismo, en donde seres determinados por fantasmas celestiales gobiernen y posean la propiedad sobre el pensamiento y la fuerza laboral del resto de los humanos. ¿Caeremos tan bajo?

No hay que olvidar que los signos de progreso parecían ser la revolución de la tecnología de la información y las comunicaciones; así como el avance en la biotecnología, capaz de mejorar el biotipo de todos los seres humanos.

El sistema de producción basado en la industrialización y el comercio tocaban a su fin. La unión histórica de la infotecnología y la biotecnología, parecían inducir a que las máquinas se volvieran inteligentes y pudieran encargarse en forma profundamente eficiente de la producción y el consumo. Los humanos, quedaríamos fuera del mercado, para vivir libremente para dedicarnos a la cultura, los deportes y el entretenimiento. En las calles de Minnesota ese sueño del futuro está hundiéndose en el caos.

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Ignacio EspañaComentario