Hablando de traiciones, se fueron consumiendo las botellas por Cristóbal Pérez-Jerez

Guatemala vive un drama de políticas públicas eterno. Los poderes que se inician después de cada elección parece que va a iniciar por fin la solución de los grandes problemas eternos del país. Al final del último año los poderes que parecían se ser se convierten en nuevas desilusiones. Los

El primer acto del drama revolucionario desplegado en el continente europeo ha terminado. Los gobernantes más o menos populares por un día, son arrojados de la memoria popular, tan lejos que siempre están presentes como fantasmas de un país que no puede crear hijos que cumplan con su palabra.


Qué más patético que los fríos datos, que muestran una Guatemala que nunca muestra buenos resultados sociales. Algunos datos que dejan asombrado a cualquier lector son las estadísticas de las encuestas de ingresos del instituto nacional de estadísticas –INE-. En el cuadro 2, del informe de ingresos del 2018, se nos informa que entre 15 y 24 años de edad el 42% de la gente es indígena, pero que de 25 años en adelante solo 32% es indígena. ¿Qué pasó? En cierto momento los indígenas se vuelven ladinos. Será que por la discriminación racial y profesional prefieren cambiar de forma étnica.


Mientras que en el mundo, en la reunión de Davos por ejemplo, se habla del paso a la 4ª revolución industrial. En Guatemala según la misma fuente en la PEA, más del 15% de los hombres no tienen ninguna educación, y el 59% de la PEA masculina solamente tiene primaria completa a lo mucho; mientras que en mujeres más del 18% no tienen ninguna formación y el 60% apenas tienen primaria completa a lo sumo. Este país tiene que invertir en educación para todos, de lo contrario, pese a todos los discursos sociales, no podrá dar pasos hacia el desarrollo.


Es paranoico en términos de seguridad social, solamente el 21% de hombres y mujeres trabajadoras tienen seguro social, la inmensa mayoría están condenados a la miseria completa, no tendrán asistencia médica ni pensiones nunca. Qué futuro puede tener un país con estos datos. De todos los asegurados 65% son hombres. Las mujeres están completamente excluidas de un sistema ya de por sí discriminatorio.


Solamente el 32% de la fuerza laboral está asegurada en el área urbana, en el área rural es una tristeza, solamente el 11% está asegurado. La discriminación de la mujer es una realidad en todas las áreas económicas y sociales. El ingreso promedio mensual de los hombres es Q2,617, mientras las mujeres solamente Q2,116.


No es posible imaginar un retroceso tan enorme, como el sufrido por las políticas sociales en un país. Prácticamente en todos los puntos de la línea de batalla del bienestar social. En ningún lugar construir un sistema económico competitivo acompañado de un sistema democrático y una inversión en salud y educación ha sido fácil ni inmediato. Esperemos que este nuevo siglo sea por fin el siglo de los sectores sociales progresistas de Guatemala.


En la agricultura el 91% de los trabajadores es informal. No tienen ninguna protección, ningún derecho. Se vive un capitalismo feudal. El desempleo visible, gente que no trabaja jornada completa diaria es alarmante, del total que tiene desempleo visible, los hombres tienen el 41% en el área urbana y el 59% en el área rural; las mujeres el 54% y el 47%


En el colmo de la enajenación, en Guatemala trabajan activamente los niños (entre 7 y 14 años de edad), más de 192 varones y más de 71 mujeres.


Estamos viviendo todavía los tiempos de la superstición que atribuía los llamados a la equidad, la justicia social y el bienestar para la mayoría a la malevolencia de un puñado de agitadores. En el momento actual todo el mundo sabe que en cualquier lugar que se produzca una conmoción social, está motivada por la consciencia, la información en redes y el compartimiento de conocimientos motivados por demandas sociales activas, que instituciones caducas impiden satisfacer.


Los sentimientos sociales de libertad, equidad, solidaridad y justicia no pueden ser acallados por la violencia. Siempre, en medio de las ruinas surgen de nuevo las demandas de solidaridad social.

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