La tempestad del déficit fiscal - Cristóbal Pérez-Jerez

El financiamiento del déficit

Para cumplir sus funciones y sostener la estructura administrativa de la sociedad el gobierno incurre en un gasto, el gasto corriente. Con el fin de fortalecer sus actividades futuras e influir en el desempeño social el gobierno tiene que realizar inversiones en infraestructura, incurrir en el gasto de capital. Para financiar el gasto el gobierno tiene que recaudar tributos. Sí los tributos cubren en exceso los gastos, el gobierno realizaría un ahorro, que le permitiría financiar inversiones y/o pagar sus deudas antiguas. Por el contrario, sí los tributos no alcanzan a cubrir los gastos, el gobierno incurre en déficit. Robert Heilbroner es contundente “la palabra déficit significa pedir prestado” (Heilbroner & Milbert, 1999, pp.112-113).


Sí los gastos fueran igual que los ingresos el gobierno tendría un presupuesto equilibrado, la economía alcanzaría el éxtasis, no habría movimiento y regresaríamos al edén perdido. Parafraseando a Carl Sagan, se produciría “una desgraciada coincidencia entre las apariencias cotidianas y nuestras esperanzas secretas. Tenemos tendencia a no ser especialmente críticos cuando nos vemos confrontados con evidencias que parecen confirmar nuestros prejuicios” (Sagan, 1995, p.18)


Durante las últimas cuatro décadas el gobierno de Costa Rica incurre anualmente en déficit. Al igual que prácticamente el 90% de los gobiernos de todo el mundo. Este déficit obliga a buscar financiamiento. El financiamiento puede producirse en forma de endeudamiento externo, interno o emisión monetaria. ¿Cuál es el fin del financiamiento?, es la esencia de la historia. “El espíritu de un pueblo, su nivel cultural, su estructura social, los hechos que su política puede originar; todo eso y más está escrito en su historia fiscal. Quién sabe escuchar este mensaje puede percibir más claramente que nadie el fragor de la historia del mundo” (Joseph Schumpeter, 1942).


Al aumento general de las necesidades humanas le sigue, como a la industrialización el cambio climático, el auge del gasto público. Una evidencia empírica señala que se cumple la ley de Wagner, el gasto del gobierno crece más rápido que los ingresos del Estado, y más rápido que el producto interno bruto. Los gobiernos se enfrentan a necesidades crecientes de fortalecimiento de la infraestructura nacional, provisión de servicios públicos a comunidades con alta concentración urbana, en la cresta de los procesos de globalización e integración regional que provocan nuevas demandas de servicios en poblaciones cada vez más heterogéneas. En fin, en temas sociales, ambientales, económicos, delictivos y políticos los gobiernos se enfrentan con una maraña de problemas que hay que resolver. Ante esta situación compleja, los gobiernos tienen que financiarse de alguna manera, y lo hacen incurriendo en un déficit. Déficit que es financiado a través de diversas formas. Estas formas abarcan el endeudamiento, la emisión monetaria, la devaluación a diferentes ritmos de la moneda nacional y la atracción de capitales extranjeros altamente subsidiados.


El papel de la política macroeconómica

El presidente de la FED Ben Bernanke , en colaboración con Robert Frank de la Cornell University, manifiestan su interés por comprender por qué diferentes economías obtienen diferentes resultados en su desempeño en determinados períodos, y ampliando el tema, por qué una misma economía tiene diferentes desempeños en diferentes momentos y circunstancias (Frank & Bernanke (2003, p.367). Frank y Bernanke indican que aunque son muchos los factores que influyen sobre los resultados económicos, la política económica es sin lugar a dudas uno de los más importantes. Una de las preocupaciones de los que teorizan sobre el tema es comprender los efectos de las distintas políticas y sus instrumentos sobre el resto de variables sociales y económicas, con el fin de elaborar mejores diseños de política económica.


Pongamos como ejemplo el caso costarricense, desde los programas de ajuste estructural en los años 80, se escogió una estrategia de apertura comercial, de crecimiento hacia fuera fundamentada en un eje central de política macroeconómica. El eje está compuesto por la política comercial, la fiscal y la monetaria. Los objetivos son esencialmente, primero promover la apertura comercial y segundo, contribuir con la estabilidad económica y social. La estrategia de apertura ha tenido como objetivos concretos, específicos atraer inversión extranjera, desde los $50 millones  de los años 80 hasta los $1,000 en el año 2010; la promoción de exportaciones, desde $850 millones en los años 80 hasta $10,000 millones en el 2010; la reducción del proteccionismo, que significa reducir aranceles, participar activamente en las negociaciones de la OMC y promover la firma de tratados de libre comercio. La idea básica de estos últimos es abrir mercados internacionales, especializarse en producción de bienes de alta tecnología y servicios, así como establecer normas de competencia internacional, superiores a las normas de competencia interna.


En torno a esta problemática, los mencionados Frank & Bernanke (2003, p.367), indican “al igual que ocurre con la política monetaria, los economistas generalmente están de acuerdo en que la política fiscal puede influir significativamente en los resultados totales de la economía. Por ejemplo, muchos economistas creen que los grandes déficit públicos en los que incurrió la administración federal de Estados Unidos durante la década de 1980 fueron perjudiciales para la economía del país. Asimismo, muchos dirían que el equilibrio del presupuesto federal que se produjo durante los años noventa contribuyó a los buenos resultados económicos que obtuvo el país durante esa década”.

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Ignacio EspañaComentario