Nuestro José Martí por Olmedo España

Este 19 de Mayo, se cumple un año más de la partida hacia la eternidad del apóstol José Martí, quien nos heredó a nuestra Escuela Normal Central para Varones de Guatemala estas iluminadas  palabras: “Y mi hice maestro que es hacerme creador”.

Como un homenaje a este gran hombre de América, la Revista Digital horizontegt.com, recopila parte de su vida, algunos textos de poetas e intelectuales acerca de José Martí, y una breve reseña de su paso por nuestro país, así como un pequeño trozo de su libro: Guatemala, junto a fotos que ilustran este pequeño reportaje.

Miles de páginas escritas por Martí hemos heredado  en una diversidad de periódicos de toda la América. Discursos, exposición de temas, convocatorias, poemas, teatro, novelas. Libros clásicos como La edad de oro, Nuestra América, Versos sencillos, Yo soy un hombre sincero (poemas), Abdala, Ismaelillo, Poemas, Guatemala, entre otros.  

Nace en la ciudad de La Habana el 28 de Enero de 1853 y muere bajo el fuego cruzado de sus enemigos, el 19 de Mayo de 1895, a la edad de 42 años. Una vida rica en todas sus dimensiones marcadas centralmente por una lucha tenaz por la independencia de su patria y de toda “Nuestra América”.  Frente al hecho de la muerte expresó Máximo Gómez: “Allí, en Boca de Dos Ríos y de esa manera gloriosa, murió José Martí. A esa gran altura se elevó para no descender jamás, porque su memoria está santificada por la Historia y por el amor, no solamente de sus conciudadanos, sino de la América toda también”.

La utopía de Martí se enhebra en el seno de la historia, por eso su aspecto visionario no está desvinculado de la experiencia histórica concreta. El pensador cubano insiste en la necesidad de enfatizar lo propio, lo autóctono, lo original de esta otra América, frente a la penetración de extraños que en un segundo momento, inician su avanzada para atrapar la libertad con la que soñó Bolívar. El arrojo de sus palabras y de sus ideas, en el sentido de la defensa radical de lo propio de la América mestiza, lo hacen ser actual en nuestro tiempo.

Armando Hart Dávalos ha dicho: “lo que mejor puede describir y caracterizar esta inmensa cultura son los paradigmas éticos, políticos y revolucionarios de José Martí. En su pensamiento se halla una integralidad que abarca la ética, la ciencia, la poesía, incluso, lo que él llamó “el arte de hacer política”. Esta articulación está en la esencia de la cultura nacional y es su mejor escudo”.

Rubén Darío, el poeta de América, dijo acerca  de Martí: “El cubano era “un hombre”. Más aún; era como debería ser el verdadero superhombre, grande y viril; poseído del secreto de su excelencia, en comunión con Dios y con la naturaleza”.

El filósofo cubano Enrique José Varona exclamó: “Dio valor a cada situación de su vida, precio a cada trabajo. Hizo cada vez y en cada caso lo más y lo mejor que pudo. No hay regla de la vida más alta, ni más fecunda”. Y la poetisa chilena, premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral,  dijo entre otras cosas de José Martí lo siguiente: “Martí pelea sobrenaturalmente, sintiendo detrás de sí la causa de la independencia cubana, que le quema la espalda, y mirando delante al montón de los enemigos de ella, impersonal, sin cara que detestar, casi sin nombre, con el solo apelativo abstracto de tiranía de ineptitud”.

Sabios como Alfonso Reyes se postran ante la agigantada figura de Martí cuando afirma que “al leer a Martí, en verso o en prosa, es imposible libertarse de la imagen del verduguillo, de la hoja fina y rígida que nos atraviesa el corazón. Pero cualquiera que sea la importancia de su verso, su prosa de orador, ensayista y polemiza es incomparablemente superior. La lengua española alcanza aquí nuevas conquistas. Martí es una de las naturalezas literarias más dotadas de la América, pero gran parte de su obra, y su vida misma fueron sacrificadas a su apostolado de libertad”. Años después, el guerrillero heroico de América Latina, Ernesto “Che” Guevara expresó: “De todas las frases de Martí, hay una que creo que define como ninguna el espíritu del Apóstol. Es aquella que dice “todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla del hombre”.

Finalmente transcribimos las palabras del poeta cubano Nicolás Guillén, quien expresó en uno de sus artículos titulado: Martí, propiedad humana, el año de 1964: “Martí padeció, vivió, en fin, en carne y espíritu. ¿A qué desfigurarle rostro y alma? Antes que engrandecerle se le achica y rebaja con ello, porque pierde su dimensión más preciosa, lo que lo hizo hombre ante todo. En la hermosa crónica que dedicó a los mártires del Jeannette hay estas palabras suyas que bien pudiéramos repetir pensando en el él: “Los héroes son propiedad humana, comensales de toda mesa familiar”.

 Su paso por Guatemala:

Fue un hombre trotamundos. Viajó de un país a otro, al Sur de América, a Europa, vivió por largos años en Estados Unidos, amó México y transitó por Costa Rica, pero Guatemala era para él, un proyecto de su vida. El escenario de su biografía se movió entre luchas por la independencia de Cuba, la búsqueda de la identidad de “nuestra América” y el encanto de la poesía en medio de tertulias y debate de ideas en un momento que el positivismo logró asentar sus ideas en esta región del mundo. Grandes hombres y mujeres generaron ideas y pensamiento.

En Guatemala gobernaban Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados. Llega a este país desde Mérida y Chichén-Itzá. Cruza Belice sobre la balsa de cayucos y se interna a Lívingston, que describe como “populosa y encantadora tierra de caribes. Suena el caracol que llama al descanso; recogen los pescadores el velocísimo cayuco; arreglan las fantásticas mujeres el aseado hogar; ayúdanse en la construcción de las nuevas casas los unos a los otros; y, en tanto, el viajero asombrado, trasponiendo la entrada del Río Dulce, ve el más solemne espectáculo, la más grandiosa tarde, el más majestuoso río que pudo nunca un hombre ver”.

Recorre Martí los caminos de Zacapa y Chiquimula, Quiriguá y Gualán. Después de caminar por los senderos de Izabal, del norte al centro, divisa la ciudad de Guatemala que describe con fineza en el libro que lleva el título de Guatemala.

Es acogido por recomendaciones que le dieron, importantes figuras e intelectuales liberales como Lorenzo Montúfar Ministro de Educación. Hizo amistad con otros cubanos ilustres como José María Izaguirre, director de la Escuela Normal, del poeta José Joaquín Palma, autor de la letra del himno nacional.  Ante este hecho de hospitalidad, dijo Martí: “Yo llegué meses antes, a un pueblo hermoso; llegué pobre, desconocido, fiero y triste. Sin perturbar mi decoro, sin doblegar mi fiereza, el pueblo aquel sincero y generoso, ha dado abrigo a peregrino humilde…Me ha tendido la mano y yo la estrecho…me da trabajo, casa para mi esposa, cuna para mis hijos...” y se impone su lema: “amar y agradecer”.

José Luis Villacorta, dice refiriéndose al cenáculo al cual fue presentado Martí, y al que asistían figuras señeras como el español exilado Valerio Pujol, filósoso positivista de gran profundidad, Ramón A. Salazar, Domingo Estrada, Antonio Batres Jáuregui, Pedro Molina Flores, entre otros ilustres personajes.  

Martí se convirtió en maestro de literatura y filosofía en la Escuela Normal y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guatemala. Es nombrado vicepresidente de la Sociedad El Porvenir, centro literario y una de esas noches de lírica e ideas, pide la palabra, dice Gonzalo de Quesada y Miranda, en la que estaban presentes Martin Barrundia y Lorenzo Montúfar y discurre sobre la literatura con relación a la política. Su verbo, dice, se desbordó en bellas palabras y lo bautizaron con el apodo de Doctor Torrente.

Domingo Estrada publicó en El Porvenir  “Hace pocos meses llegó Martí a esta caital; era para nosotros un extranjero y un desconocido, pero como aquel filósofo griego podía haber dicho que todo su caudal lo llevaba consigo. Subió a nuestra tribuna, se exhibió en nuestra prensa y pudimos calificarlo ya: lo encontramos rico de ideas y rico de palabras, dotado de generosos sentimientos y lleno de precoz erudición, activo y amable, inteligente y bueno. Entonces comenzamos por apreciarlo y concluimos por quererlo. Le tendimos efusivamente una mano que él estrechó con gratitud. Desde entonces es guatemalteco, y guatemalteco de corazón, ninguno se entusiasma más por el progreso de nuestra patria, ninguno sueña más sobre su porvenir”.

La vida social de José Martí transcurrió muy felizmente y fue asiduo visitante de la familia de Miguel García Granados, en donde conoció a María, su joven y bella hija, a  quien le encantó el  poeta cubano, por sus dotes de conversador y su fina poesía. Asistía María a los círculos literarios.  Murió muy joven y Martí  le dedico el poema: La niña de Guatemala, de amplia difusión. Dicen algunos de estos versos:

 

Quiero, a la sombra de un ala,

Contar este cuento en flor     

la Niña de Guatemala,

la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos,

Y las orlas de reseda

Y de jazmín; la enterramos

en una caja de seda…

 

Y de su libro Guatemala, rescatamos esta relexión:

“Estudiaré a la falda de la eminencia histórica del Carmen, en medio de las ruinas de la Antigua, a la ribera de la laguna de Amatitlán, las causas de nuestro estado mísero, los medios de renacer y de asombrar. Derribaré el cacaxte de los indios, el mecapal ominoso y pondré en sus manos el arado, y en su seno dormido la conciencia”.