Crisis tras crisis por Olmedo España

Guatemala es un país que ha transitado de salto en salto. No es necesario revisar sus rasgos históricos, pero tal y como me decía uno de mis maestros, es un país trágico, pero curiosamente cuenta con una rica diversidad cultural y una naturaleza exuberante con lagos, montañas, ríos, bosques y toda la cacofonía de pájaros y variedad de animales hermosos.

Sus habitantes, mujeres y hombres inteligentes, creativos, trabajadores. Grandes deportistas, intelectuales, artistas, escritores, poetas, periodistas, grandes maestros, líderes religiosos, campesinos y artesanos productivos, empresarios que idean iniciativas para una mejor economía con generación de empleo.

Sin embargo, como dice el dicho popular, a veces hay un pelo en la sopa, y es el hecho que en Guatemala han escaseado los personajes de Estado, a no ser grandes excepciones en el siglo diez y nueve y veinte. La gran mayoría optó por el goce del poder, transitorio por cierto, aunque hubo largas dictaduras. Pero lo peor que nos ha sucedido, es la presencia de los ambiciosos que manipulando las redes del poder político y escondiendo a través de la oscuridad su malsana corrupción, no solo robaron los impuestos, sino que deslegitimaron la política y desmantelaron al Estado.

Ahora, que nos enfrentamos a una crisis sin precedentes en la historia, como es la pandemia del COVID-19, como sociedad encontramos limitaciones para salir lo mejor librado de una situación altamente dramática. Es más, en medio de esta realidad dramática, hay personajes de la política nacional que se atrevieron a meter las manos en los escuálidos presupuestos orientados a la salud de las y los guatemaltecos.

Esta crisis, se agrega a las múltiples crisis históricas y político-sociales existentes. Es evidente que en el ámbito de la política se nota una permanente ausencia de cohesión. No hay acuerdos mínimos que permitan marcar una ruta inteligente del Estado guatemalteco. En cuanto a lo social, la desnutrición infantil se amplía y profundiza, el desempleo crece, la pobreza se extiende, la economía campesina sucumbe, los pequeños y medianos empresarios sufren los estertores de esta crisis sanitaria. El sistema de salud que siempre fue en los últimos años, un pastel para los corruptos, ahora no puede responder adecuadamente porque lo debilitaron. En el ámbito de la educación, me parece que las cosas no están del todo bien, porque realmente no estábamos preparados para dar respuestas creativas. Ahora, sólo nos queda el camino de repensarla colectivamente y con algunos consensos básicos, definir una nueva ruta.

Hemos vivido de crisis en crisis y aún no logramos descubrir que éstas son una fuente de inspiración para que, con lucidez, podamos descubrir veredas, caminos y autopistas de oportunidades para vencer el desaliento histórico y hoy, para hincar con nuestra fe, sabiduría y conocimientos al COVI-19, a fin de reconstruir una  sociedad en la que prevalezca el respeto, la tolerancia y la dignidad humana.

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Ignacio EspañaComentario