Guatemala hacia un final feliz por Cristóbal Pérez-Jerez

A pocos días de ese día de fiesta familiar, de ese momento de bondad, que es la navidad, Guatemala se ve marcada por varios datos que estremecen la consciencia chapina. Por un lado la triste historia de Jakelin Caal, que murió de hambre y abandono custodiada en el puesto fronterizo de la guardia de Estados Unidos; la descarnadora afirmación del comisionado Iván Velásquez, https://elpais.com/internacional/2018/12/16/mexico/1544917421_544663.html, “Nunca pensé que en Guatemala la corrupción fuera de este tamaño ni el nivel de apoderamiento del Estado”, que muy sesgadas o no, ponen en alerta la problemática legal en Guatemala; así como el inicio de la esperada campaña electoral para elegir nuevas autoridades del gobierno.


El asunto es claro. Las celebraciones de fin de año tienen que ser matizadas con la claridad de que futuro queremos. Ya hay que dejar atrás el pasado. Bueno o malo, criminal o heroico, el asunto es que no podemos seguir derramando lágrimas.


En base a la experiencia de violencia vivida, hay que reconstruir un país que genere esperanzas y expectativas de bienestar para la mayoría. Es indispensable que las personas que nazcan en Guatemala sientan que pueden confiar en tener educación, salud y trabajo digno. Los empresarios de la cámara de agricultura tienen que dejar de lado solamente mezquinas ganancias y permitir que la gente que labora en el campo tenga ingresos dignos que les permitan ser ciudadanos y consumidores de calidad. El salario mínimo tiene que igualarse a los mejores salarios mínimos en el campo de la región centroamericana.


Como diría en estos días el Director de estudios económicos del FMI, Maurice Obstfeld, https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=10119, el mundo se enfrenta a grandes desafíos, y en nuestro caso ya es hora de que esta mínima nación pueda mostrar indicadores de rendimiento de alta calidad.


Los retos para todos los países, en especial, Guatemala son: en primer lugar promover el crecimiento económico acompañado de inversión en educación, salud y empleo digno para todos los guatemaltecos; segundo, la locomotora de la economía mundial Estados Unidos muestra riesgos. La economía de ese país crece a buen ritmo, motivado por medidas fiscales procíclicas y aumento de las tasas de interés. Pero, esas medidas tienden a generar desequilibrios en el corto plazo. Esos aumentos de tasas de interés desmotivan la inversión extranjera en Centroamérica. Y generar fugas de capitales en la región hacia el norte.


Tercero, las medidas anticomerciales contra Rusia y China, de Estados Unidos y sus lobatos de Europa, generan respuestas contundentes del gigante chino. Lo que podría provocar un estancamiento del comercio mundial y sus repercusiones políticas y sociales en toda América.


De esa manera, se espera que los candidatos que surjan en la disputa del poder para el próximo período presenten una agenda del futuro y no del pasado. Que muestren como se va a redistribuir la tierra entre miles o millones de pequeños y medianos empresarios, no entre pequeños grupos de terratenientes, que concentran la riqueza como jeques de la edad media. Se tiene que invertir en educación de alta tecnología, de tecnología de punta. A quién le interesa saber de memoria los ríos de Asia, Africa y Europa, ni los europeos se los saben. Necesitamos invertir en educación técnica y científica, no en educación de bachillerato.


Se tiene que invertir en infraestructura que genere turismo de calidad, exportaciones tecnológicas y protección de la naturaleza.


Un elemento esencial en la conducción del Estado moderno que necesita Guatemala consiste en un diseño de política económica de competencia, promoviendo la pequeña y mediana empresa, la apertura comercial fortaleciendo las exportaciones y la inversión extranjera directa.


Tanto la política fiscal, la política monetaria y la apertura comercial tienen que ser los ejes centrales de la conducción de la economía nacional.


En general, hay que preparar al país para que enfrente los riesgos que vienen con una visión de desarrollo y bienestar para la mayoría, y no simplemente resguardar las ganancias de las minorías monopolistas.


En el horizonte grandes riesgos se acumulan. Y, el pueblo de Guatemala se pondrá a prueba. Tendrá la madurez por inclinarse por una visión moderna, optimista, futurista o se inclinará por continuar las parrandas del pasado.


Ya no hay tiempo que perder. El gobierno de Trump se enfrentará pronto a una recesión en los Estados Unidos; nadie sabe en que van a parar los mecanismos de integración de Estados Unidos, Canadá y México; la Comunidad Europea está al borde del derrumbe, que será peor que la caída del muro de Berlín; las guerras comerciales, la subida del precio del petróleo, la confrontación militar y la revolución tecnológica arrasarán con todo. Ojalá la agenda política nos permita avanzar y no retroceder aún más.

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