Luis Javier Crisóstomo - Educación y democracia

Ahora que la población escolar se encuentra de vacaciones, es recomendable que la comunidad educativa tome tiempo para reflexionar sobre las ventajas de la educación escolar en la formación de la niñez y la juventud. Muchos miles de guatemaltecos han pasado por lo menos la escuela primaria, hay un grupo considerable que ha tenido la oportunidad de culminar el nivel medio y los que han egresado de la educación superior. La escuela primaria y el nivel medio en Guatemala, en su quehacer cotidiano se han dedicado a trasladar alguna información que queda a discreción del docente de la cual no se tiene información y algunos datos de fechas históricas. Hasta hoy, también la escuela guatemalteca se caracteriza por imponer el contenido que distribuye al estudiantado debido a la falta de un mecanismo que tome en cuenta la demanda y necesidades de las comunidades. Es poca la información dedicada al fortalecimiento del perfil de país y del ciudadano. Lo mismo sucede para la consolidación de la autoestima y desarrollo de personas pertenecientes a pueblos originarios. Así no se forma para la democracia.

Por otra parte, la imposición de contenidos, da paso a un currículo escolar que nada tiene de democrático al desconocer los conocimientos con que cuentan otros pueblos del país  y al negar de manera intencionada o no la participación de padres y madres de familia en la parte sustantiva del quehacer de la escuela. Además, el control de actividades por parte de una sola persona favorecen un ambiente donde el estudiantado no se ejercita para el análisis, la crítica y la construcción de propuestas de solución a los problemas sociales, económicos y políticos de Guatemala. Abundan casos cuando algún estudiante se atreve a cuestionar los contenidos impartidos por el docente, éste termina argumentando que él domina  resultados de estudios científicos y entonces no ha lugar para que los estudiantes cuestionen lo que se desarrolla en la escuela. Así tampoco formamos para la democracia.

En el aula y en la escuela se vive un ambiente donde unos tienen el poder para controlar todo lo que allí acontece, los que llegan a prepararse se acostumbran a recibir sin contra argumentar y en el futuro son las y los ciudadanos que vivirán en la sumisión y sin derecho a reclamar la democracia en todos los órdenes de la vida en sociedad. Es necesario revisar el ambiente de autoritarismo que se vive en los centros educativos y muy bien lo dicen los docentes cuando afirman categóricamente que padres y madres de familia no tienen preparación para cuestionar o apoyar la labor docente. La vivencia escolar debe dedicar esfuerzos por la socialización del estudiantado y esta socialización debe estar llena de argumentos y prácticas de justicia, democracia y afecto. A la escuela le corresponde formar a los futuros ciudadanos para el cumplimiento de las obligaciones para con la familia, la comunidad y con el país. Así también le corresponde ejercitar en el aula la demanda y ejercicio de los derechos cívicos y políticos.  De esta manera la escuela apoyaría la formación de personas para la construcción de la comunidad y  país que desean todos.

Para el fortalecimiento de la identidad de la persona y de los pueblos, es interesante que la escuela dedique horas de estudio y ejercicios para la autonomía y los trabajos en grupo para la participación responsable.  No es sano el trabajo grupal donde uno o dos trabajan y el resto solamente aprovecha el trabajo de otros porque entonces estamos preparando a muchos que en el futuro se aprovecharán del trabajo y esfuerzo de algunos.

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