Costa Rica y la reforma del Estado- Cristóbal Pérez-Jerez

Un fantasma recorre el mundo. El fantasma del déficit fiscal. Todas las fuerzas de la sociedad se han unido para combatir a este fantasma. Los banqueros y corporaciones financieras tiemblan ante la posibilidad de no seguir invirtiendo sus capitales en la fuente de mayor rentabilidad que son las deudas del Estado. El sector financiero, uno de los sectores más beneficiados por el saqueo de la población, se defiende de las tímidas propuestas de ponerle impuestos y reducir sus privilegios. Los políticos presienten que no podrán pasar de una clase media encantadora a una clase millonaria usando los recursos del Estado. La burocracia estatal presiente que están amenazados sus privilegios y el uso del poder para hundir a la sociedad con proclamas sin fundamento de igualdad social. Los empresarios presienten horrorizados que surge la posibilidad de los presionen a pagar impuestos y cumplir sus obligaciones sociales.

Y es que el déficit fiscal ha generado una deuda impagable que consume aceleradamente los recursos del gobierno. El gobierno, en la crisis, muestra su lado más oscuro: ineficiencia y corrupción a descampada. La situación ha llegado a extremos, los grupos rentistas que viven y se enriquecen de la deuda, sector financiero, burocracia estatal y corporaciones empresariales, ya no pueden usar el gasto a manos llenas y libremente. Los exagerados impuestos que sumen en la pobreza a la inmensa mayoría ya no pueden seguir aumentando sin el riesgo de un colapso social. ¿Qué hacer para resolver el problema sin solución?

La situación es simple. El problema fiscal se reduce a tres elementos, que bien utilizados generan Estados poderosos y equilibrados; y que mal utilizados generan enormes problemas ambientales, económicos, sociales y políticos. El primer elemento del tema fiscal son los gastos. El gasto público. Que en esencia significa que puede utilizarse para el consumo o para la inversión, o mejor para ambas cosas. Sí un componente elevado del gasto se dedica a inversión entonces, la infraestructura económica (puertos, aeropuertos, energía, comunicaciones, autopistas, subterráneos, alcantarillados, agua potable, etc.), bien implementada genera bienestar social y aportes a la productividad de la nación.

El gasto concentrado en el consumo y la corrupción es el camino hacia la inestabilidad, la confrontación y el malestar social.

El segundo elemento son los impuestos, y en el caso de gobiernos muy eficientes, el cobro por algunos bienes y servicios sociales prestados por instituciones públicas. Los impuestos para contribuir al desarrollo tienen que estar en sintonía con el gasto operativo, corriente del gobierno. Es decir, los ingresos corrientes tienen que cubrir el gasto corriente o administrativo, lo que se conoce como superávit primario. Cuando un gobierno incurre en déficit primario, es la señal de que los asuntos sociales están mal manejados por la burocracia estatal y sus socios capitalistas

El tercer elemento es el que nos desvela. El déficit fiscal. Cuando los gastos totales (gasto corriente más pago de la deuda) superan los ingresos, el gobierno tiene que financiarse por medio de la deuda. Sí la deuda se usa para crear infraestructura económica y social el país crece y se fortalece. De lo contrario la sociedad se debilita.

En síntesis, cuál es la situación actual en Costa Rica. Caótica. Un déficit primario que crece constantemente, debilitando el funcionamiento de las instituciones del gobierno, provocando el estancamiento en la producción de bienes y servicios públicos. O la producción de estos bienes públicos en condiciones de menor calidad, cantidad y eficiencia. Además, ya la deuda consumo casi el 40% del gasto total, cada vez quedan menos recursos para invertir en educación, salud y productividad. Solamente hay recursos para alimentar al monstruoso sistema financiero y los rentistas de la empresa privada y la burocracia enemiga de la humanidad.

Como resultado los distintos sectores dominantes, en nuestro caso el sector financiero, las cámaras empresariales y la burocracia, lanzan las campanas al viento y reclaman la reforma del Estado. (En realidad quieren decir la reforma del sistema del sector público).

Las fuerzas sociales se alinean en torno a una pseudo izquierda que clama por mantener privilegios de una minoría de burocracia estatal, tildando con el nombre anodino de “neoliberalismo” a un desconocido enemigo causante de todos los problemas. En forma extraña coincide con ellos la derecha tradicional, conservadora, que señala como causante de los problemas a otro enemigo anodino, el “populismo”. Los dos tienen el mismo enemigo, ellos mismos, los dos señalan al mismo enemigo, un imaginario “populismo-neoliberal”.

De todo esto se desprende una doble enseñanza. Por un lado el déficit fiscal, y sus resultados negativos para la sociedad, muestran que el sistema ha entrado en crisis. Todo el sistema de explotación de los recursos naturales y la población, refleja una crisis en la cara pública de la sociedad, el gobierno. Un gobierno ineficiente que no puede cubrir las necesidades fundamentales de la población, y que cuenta con una exagerada abundancia de recursos. Tan solo la Caja del seguro social recibe más de 100 mil millones de colones mensuales de ingresos, dinero suficiente para construir un hospital de primer mundo cada mes. ¿Qué va a pasar, lo discutiremos en la próxima entrega?

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Ignacio EspañaComentario