Calamidad y escuela por Luis Javier Crisóstomo

“Quédate en casa”. Por la salud y alegría de Guatemala. Hace un mes que estamos viviendo momentos difíciles debido a las condiciones generadas por la llegada del Coronavirus a nuestro país.  Estamos pendientes del surgimiento de la enfermedad en cualquier espacio y en cualquier momento. No deseamos consecuencias lamentables. Como personas, familias y pueblos nos sentimos vulnerables ante el avance que momento a momento se conoce a través de los medios de comunicación al alcance. Urge protegernos ante algo que no se logra ver en ninguna parte, pero que enferma a mucha gente.

Van varios días que los estudiantes no asisten a la escuela. Ante esta realidad, padres y madres de familia han aceptado que las hijas e hijos ahora se queden en casa, se protejan de las posibilidades de obtener el virus en la calle, en el mercado, en las tiendas o en los medios de transporte público. Se ha visto a padres y madres de familia, compartir el tiempo con las hijas y los hijos, imaginar y hacer pasatiempos en casa, comer juntos los tiempos de comida, fomentar las prácticas de higiene, estar pendientes de las orientaciones de los expertos en salud y de las decisiones políticas del gobierno en turno. Se vive el fomento de las relaciones de ternura entre los integrantes de las familias, escuchar historia local de las abuelas y abuelos, comprender los recuerdos de los adultos vividos en tiempos de hambre o de enfermedades y explicar en detalle los efectos de las epidemias y pandemias en la salud de los pueblos.

En el área rural, la educación escolar por medios virtuales está muy lejos en su implementación y ejecución. Hay familias que no cuentan con los medios de comunicación como la radio, la televisión, celulares o los periódicos que circulan día a día.  Algunos padres y madres de familia no leen ni escriben en el idioma oficial.  Recuerden que hay datos del Ministerio de Educación que reflejan falta de dominio de lectura por parte de quienes aspiran a un puesto docente e igualmente muchos de los que están en servicio. Debido a las horas y ubicación del trabajo, hay quienes no ven a sus hijos durante varios días a la semana, la comunicación está limitada, las relaciones de afecto casi no existen. En estas condiciones, no es fácil llevar educación por medios electrónicos. La pobreza se impone y por lo mismo, la escuela no debe crear más tensión, frustración, inestabilidad emocional, limitaciones de fomento de las relaciones afectivas y extraer a los niños de su propia realidad.

Cuando las condiciones lo permiten, las actividades escolares se deben retomar de manera ordenada y con acciones que vuelvan a darle vida a la escuela. Hay que organizar a los protagonistas para que generen entusiasmo, imaginación, motivación, alegría y disposición para seguir adelante. Necesitamos una escuela que valore la vida, que fomente la felicidad de la familia, de la comunidad y de toda Guatemala. Hay que celebrar la vida. Será de ver alternativas según condiciones de las microrregiones. En los centros educativos donde funciona una sola jornada, se puede trabajar en doble jornada, reducir celebraciones vinculadas al ámbito escolar, el apoyo al desarrollo de la competencia docente debe ser a nivel de aula para no perder días de trabajo con estudiantes, considerar la no autorización de excursiones y las reuniones administrativas que limitan horas de atención a la parte sustantiva de la educación escolar. El Ministerio de Educación, debe revisar qué datos e información necesita solicitar a las escuelas y evitar que varias entidades repitan la misma solicitud.

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Ignacio EspañaComentario