La Vida en Aldeas por Luis Javier Crisóstomo

Con algo de imaginación, trataremos de llegar a aquellos lugares donde solamente se llega a pie después de varias horas de camino. Allá las familias viven de manera aislada y la vida transcurre en otras condiciones que son particulares a tales contextos. En estas comunidades, algunas personas visitan la cabecera municipal para dos ocasiones, asentar la partida de nacimiento o la partida de defunción de alguno. Otras personas tienen un poco más de suerte, conocieron el pueblo al recibir el bautizo cuando tenían meses de edad. Todo queda lejos. Por eso, hablar de atención de salud por parte del gobierno es algo que nunca asoma. La patria, el Estado, el Congreso de la República, la Corte Suprema de Justicia, DIACO, PDH, simplemente no se escuchan y no existen.

Entre otras particularidades se pueden mencionar muchos dioses que miran la vida, cada quien a su manera, hay quienes no permiten que niños y niñas practiquen algún deporte, otros dicen que el sábado no es día de trabajo, algunos establecen aportar dinero para el líder de la iglesia, otros ofrecen pasaporte para ir directamente al cielo y más de alguno pregona que aquí en la tierra no hay nada que hacer puesto que se debe trabajar por la otra vida.  En los inicios de esta calamidad por el Coronavirus, varios líderes de religiones seguían convocando a sus seguidores como momentos de prueba de fe.

Las familias que cuentan con algún medio que recibe noticias de lo que está viviendo el mundo actual, se han dado cuenta que algo no está funcionando bien, que hay muchas muertes en algunos países, que se han enterado del toque de queda, que está restringida la ida a la plaza del pueblo, pero no se comprende el motivo. En estas familias se empieza a vivir con tensión, se cuestionan cuántos días va a tardar, preguntan cuándo llegará el gobierno por ellos, afirman que, si llega esa enfermedad a la aldea, de plano “nos vamos a morir todos”.  

Ya van dos semanas, todavía no aparece alguien que represente al Estado, el Ejecutivo o la municipalidad del lugar para entregar productos básicos para el consumo de familias en completo abandono, totalmente pobres y donde la desnutrición es parte de la cotidianidad. En los medios de comunicación siguen afirmando que los hospitales de los departamentos siempre están llenos y con poco o nada de recursos. Para este mal del Coronavirus no hay mucho personal especializado, ni recursos para su contención y eliminación. Se conoce de cerca que los Centros de Atención Permanentes con uno o dos médicos para una población que pasa de 50 mil personas, hay escasez de agua para consumo familiar, la dieta diaria es de lo más pobre que apenas sirve para sobrevivir. En estas condiciones, no se puede hablar de baja cobertura pues simplemente no hay nada. En estas comunidades abunda la desesperación, el alcoholismo, las ventas de medicamentos sin control y la vida pasa sin conocer qué es un chequeo médico.

Mucho se ha dicho de la urgente necesidad de volver a organizar el Estado con una estructura justa y democrática que tome en cuenta a las personas y a todos los pueblos. Ya nos dimos cuenta que no es la acumulación del dinero que hay que priorizar. Urge rediseñar el sistema de salud, asignarle más presupuesto de manera que este servicio gratuito llegue a los lugares más apartados del país. También es necesario revisar la formación de los médicos en el país para contar con especialidades en contener y eliminar calamidades de salud en el futuro.  Estamos aprendiendo bien, que los virus pueden ganar la batalla en cualquier momento y lugar del mundo. 

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Ignacio EspañaComentario