Formación ciudadana e interculturalidad por Olmedo España

Pensar la democracia en nuestra sociedad, se debe hacer sobre la base del reconocimiento de la diversidad cultural, lo que se traduce en un nuevo concepto de ciudadano en donde desde la diferencia, podamos tender los puentes de un proceso intercultural que nos abra el camino de un ideario ético, en el que se privilegie el diálogo, la solidaridad, la confianza y el respeto a nuestra propia humanidad. La interculturalidad es el reconocimiento de la necesidad de que una dimensión fundamental en la práctica de la cultura, que tenemos como propia, debe ser la de la traducción de los nombres propios que consolidan su tradición. En tal sentido, la educación intercultural exige  un reconocimiento en la escuela a partir del reconocimiento de las diferencias culturales de sus miembros, tratando a los alumnos no sólo como ciudadanos de un país, sino en términos de identidad como miembros de diferentes grupos culturales. La educación intercultural debe incluir las demandas de reconocimiento de identidades culturales que configura un país, orientado a la formación de una ciudadanía de identidad nacional. En tal sentido, es necesario aprender a convivir. La educación es fundamental porque educar es crear hábitos, costumbres, formar el carácter, virtudes cívicas, respeto y dignidad de la persona humana, amor a la patria, potenciar las inteligencias y la imaginación creadora. Siendo que la convivencia es una de las virtudes hoy más necesarias indudablemente se debe privilegiar en el sistema educativo nacional. Inculcarla es formar el carácter del ciudadano.


Bajo el reconocimiento de lo que indica el diseño de la reforma educativa planteada en el año de 1998, en la cual expresa que “la reforma educativa reconoce en el ciudadano, su familia y su pueblo, la responsabilidad y el poder de decisión sobre una educación que respete y cultive la libertad propia del Guatemalteco, el valor de su tradición cultural, el fortalecimiento de su identidad étnica y de su función activa en la política local, regional y nacional”. Por ello, en Guatemala para lograr el fortalecimiento y la institucionalización de relaciones sociales igualitarias no discriminatorias, que signifiquen democracia de calidad para todos y todas, se tienen que realizar procesos de educación ciudadana.


Para alcanzar la convivencia social es necesario convertir la enseñanza en un aprendizaje para la democracia, que promueva los ideales de un buen ciudadano o ciudadana, una sociedad justa y equitativa, así como un buen estilo de vida para todos y todas.


Un proyecto de sociedad que incorpore esos ideales como valores sociales, entendidos como los principios de libertad, igualdad y solidaridad que se conviertan en guías para la acción social. Se trata de llevar a la práctica una educación para la democracia, para la educación ambiental, para la solidaridad y educación intercultural, educación para la paz, educación para la igualdad, y  educación cívico vial.


Nuestra meta en el desarrollo del eje temático de formación ciudadana e interculturalidad, se orienta a la formación de ciudadanos y ciudadanas activos y activas y responsables, motivados por la necesidad de establecer y fortalecer las bases políticas que requiere nuestro país, para hacer realidad un proyecto de nación incluyente acorde a sus características multiculturales. De ahí que sea recomendable la puesta en marcha de programas educativos, relacionados con aspectos como los derechos y deberes de los ciudadanos y ciudadanas, la ciudadanía, la democracia, el Estado y la nación, entre otros.


Sin duda alguna, señala Rodolfo Stavenhagen “el mundo ha alcanzado ya madurez suficiente para ser capaz de suscitar una cultura cívica democrática, basada en los derechos de la persona humana, y alentar al mismo tiempo el respeto mutuo entre las culturas fundado en el reconocimiento de los derechos colectivos de todos los pueblos del planeta, grandes o pequeños, cada uno de los cuales tiene tantos méritos como los demás.  Esa es la empresa que aguarda a la educación en el siglo XXI”

Significa que la sociedad guatemalteca percibe como tendencias orientadoras de la educación: la formación de ciudadanos para la democracia, la formación de una fuerza laboral capacitada para jugar un rol competitivo en la producción y la participación de la sociedad en su conjunto, pero fundamentalmente la educación de valores que sustenten la identidad cultural y la construcción de la paz que potencien el desarrollo integral de la persona y la familia en una relación armónica y solidaria con la naturaleza. Lo cual se traduce en afirmar que la escuela, como institución social que es, no queda al margen de este escenario. Para el debate de esta temática, se sugiere lo siguiente:



•Un proyecto educativo como parte de una visión de nación.

•Los actores de un compromiso educativo nacional.

•Clase política y Política Educativa

•Docentes y compromiso educativo

•Padres y madres de familia y el compromiso educativo

upload.jpg