Democracia y Socialismo en América Latina - Beatriz Villarreal

La frase marxista “socialismo fase superior del capitalismo” junto a la de los derechos humanos “libertad e igualdad” son utilizados como marco de referencia para hacer una comparación y un análisis crítico. Tanto la democracia como el socialismo han dado importantes pasos en los países latinoamericanos, algunos después de dictaduras que dejaron secuelas como Brasil y Paragua y, o de grupos corruptos en el poder como México, Guatemala y Honduras. Ambos, tanto  la democracia como el socialismo son sistemas políticos que no han logrado la madurez política y no cuentan con plena aceptación y credibilidad a partir de  resultados obtenidos en la región. Cuba por ejemplo, con su revolución desde hace casi 60 años, hasta ahora, no ha llegado a ser un país socialista de acuerdo a los ideales de partida, sin embargo aún en medio de dificultades, habrá que reconocer que ha dado a su población, educación, salud y alimentación, que son logros sustantivos.

Obviamente no tiene una dictadura del proletariado, pues la mayoría son trabajadores o asalariados, no proletarios. No ha logrado auto sostenibilidad de la producción agrícola e industrial en serie y diversificada a gran escala de productos para el consumo de la población, de medios de producción y de tecnología dirigido por el Estado. Recordemos que esto es la clave de una economía socialista. El Estado y su clase dirigente no son dirigidas por y para los obreros de acuerdo con sus prioridades y demandas que cubran todas las necesidades de la población. Cuenta con una industria textil y agroexportadora del azúcar colectivas. Su sistema político se transformó en una dictadura no del proletariado sino de un partido Comunista masivo, dirigido por un hombre o una familia apoyada por el Comité Central. Esta es la mayor crítica que se le hace. La dirigencia no es colectiva.

Venezuela, Nicaragua y Bolivia mantienen un sistema presidencialista que llegó por medio de elecciones, no de una revolución, que tratan de convertirse en dictaduras personales o de grupos que administran las riquezas naturales de oro, petróleo, alimentos y otros  y se enriquecen de esto. En estos países han hecho una caricatura de la teoría del socialismo desarrollada por teóricos del Marxismo como el  peruano Mariátegui. Pues  hacen un calco o una copia de las cuestiones centrales del materialismo como es la disciplina de partido (utilizada fundamentalmente para votar). Sin embargo, hay que destacar que los importantes esfuerzos socializantes realizados en Brasil lograron sacar de la pobreza a más de 50 millones de personas y en Perú, con signo democrático a 30 millones. 

Efectivamente lograr construir un sistema socialista de desarrollo nacional  en países de poco desarrollo social, político y económico como éstos ha sido muy complicado. Para Marx el desarrollo socialista solo era posible luego de lograrse un desarrollo industrial. Por lo tanto se tiene que interpretar la teoría marxista y adecuarla en países como estos, agroexportadores y con industrias nacionales débiles. Tarea pendiente que tiene que hacerse,  de lo contrario esta teoría cada vez tendrá más críticos que seguidores, si se compara con experiencias o modelos democráticos del continente, donde además de democracia electoral y política las poblaciones cuentan con buenas posibilidades educativas, laborales, electorales, entre otras como son los ejemplos de Uruguay y Chile.

No es solo derrocar a las dictaduras o élites en el poder, sino sentarse a gobernar y a pensar qué es lo que se pretende hacer o se puede hacer con lo que se tiene, con sus fortalezas y potencialidades, siendo original y agregando novedades a pesar de los condicionamientos externos y de los enemigos que enfrentan, para lo cual hay que estudiar, pero sobre todo interpretar la teoría del socialismo, garantizando la libertad y la igualdad al pueblo.

La construcción del socialismo no ha sido una realidad en ningún país. Los intentos de Rusia y Alemania quedaron a medio camino. Por otro lado con cierto grado de éxito, China es una fusión de una dictadura de partido único con una economía de mercado que da sustento económico y social a su población. Y si comparamos esto con algunas de las experiencias democráticas en Latinoamérica: Argentina, Colombia,  Panamá y Costa Rica, muestran un desarrollo cualitativo y cuantitativo tanto desde el punto de vista teórico, filosófico o político (Derechos Humanos) pues han tomado como referentes las teorías y los modelos democráticos que se fortalecieron en las últimas décadas.

Efectivamente el modelo político y económico que tiene que enfrentar el socialismo para su fortalecimiento es el gran límite,  pues el capitalismo siempre tratará de debilitarlo. Pero como señala la teoría marxista se tiene que tomar en cuenta sus contradicciones para poder subsistir, de lo contrario tendrá que esperar a que este desaparezca por sí solo y para esto tendrá que pasar posiblemente algún tiempo. Todo indica al  parecer que los que acceden al poder en los países que intentan el socialismo están más preocupados por llegar al poder por el poder mismo, y no para resolver problemas centrales de la sociedad. Esto es  lo que se ha convertido en la mayor limitación de este proyecto político. Mientras que en la democracia, importa la existencia y fortalecimiento de los partidos, celebración de elecciones, participación ciudadana, votar, lo cual ha logrado a partir de la representatividad y la ampliación de las posibilidades de los ciudadanos. Lo que facilita que desde  la política  las personas como sujetos  son  el centro de la vida social. Los fundamentos de esta realidad, la encontramos en la teoría de los derechos humanos que ha fortalecido esta vía política y ha permitido mejorar algunos sistemas políticos latinoamericanos.

Pareciera que Ecuador podría ser una síntesis de ambos modelos, buscando nuevas respuestas y nuevas formas de gobernar que incorporen un sistema  centralizado de gobierno organizado por una parte: de arriba hacia abajo junto, a un sistema democrático: de abajo hacia arriba. Aceptando lo mejor de los dos mundos posibles que es el fortalecimiento del Estado y sus tendencias distributivas, y,  garantizar los derechos humanos: la libertad y la igualdad.

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Ignacio EspañaComentario