¿Y a qué le llamamos filosofía y filosofar? - Olmedo España

Uno de mis maestros, el griego Constantino Lascaris, nos hizo ciertas preguntas, siendo  jóvenes estudiantes de filosofía en la Universidad de Costa Rica y ante las cuales quedamos perplejos y sin respuestas “¿Cuál es la causa profunda, radical que el hombre filosofe? ¿Cuál es el origen del filosofar? ¿Cuál es el manantial que hace que el hombre desarrolle esta actividad?”.

Años después, algunos nos hacemos la pregunta en una sociedad en donde se han modificado los valores y el sentido de la vida, si la filosofía sirve para algo. Y resulta ser, que las mismas preguntas que el maestro se hacía en vos alta para explicarnos después el recorrido del filosofar a lo largo de la historia, siguen presentes, porque los grandes temas nos han acompañado.

Si para los griegos el origen del filosofar fue la admiración, para el medioveo la cura  o el cuidado y la preocupación, para la modernidad la curiosidad, lo que posteriormente fue el eje del origen de la ciencia, y matematizó la filosofía lo cual motivó a pensar que el filosofar tiene que ser movido por algo más hondo, porque la ciencia y la filosofía son saberes diferentes e interrelacionados. Hoy entendemos que de nuevo la admiración, pero sobre todo,  la perplejidad, es lo que mueve al  ser humano a  filosofar.

Ciertamente, una cosa es estudiar filosofía y otra filosofar. Aunque lo segundo, lleva necesariamente a lo primero. En el momento en el cual nos hacemos preguntas, estamos empezando a filosofar y de ahí, somos sujetos a equivocarnos y de esa cuenta volvernos a preguntar por qué nos equivocamos. El ser humano  forja así, su propia imagen. Obviamente por los grandes adelantos de la ciencia, hay preguntas que hoy no nos hacemos, tales como el porqué de la existencia de los astros. O bien,  otras que aún nos dejan dubitativos  como preguntarse si el universo ha tenido un comienzo o ha existido siempre.

Ahora bien, en nuestro tiempo, frente al frenesí del consumo desbordado de bienes materiales,  a la avaricia que desborda los valores de afectividad y solidaridad humana, frente a las diferentes expresiones de criminalidad,  al despojo de miles de ser humanos que mueren de hambre, frente a las guerras intestinas en las que unos le arrebatan a los otros,  a la agresividad acompañada de sadismo extremo, surgen las preguntas acerca del sentido de la vida y  de la  “condición humana”.

Entiendo que cuando la humanidad atraviesa  una profunda crisis de credibilidad acerca de si misma. Cuando las sociedades se debaten en la búsqueda de salidas civilizadas, humanas, racionales y afectivas. Cuando el ser humano,  como individuo busca en el silencio de la noche las repuestas a múltiples interrogantes y que no logra descifrar, es el momento en el cual el filosofar se vuelve patente, porque la ciencia y la tecnología ya no son insuficientes.

El filosofar, siendo pregunta y perplejidad, no es cómodo, porque en esencia tanto las preguntas, como la búsqueda de los saberes que le de solución a sus interrogantes, lo compromete como ser humano, en tanto que esto causa preocupación y ocupación.

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Ignacio EspañaComentario