Guatemala: Un Rosario de Tragedias - Olmedo España

Cada fenómeno natural que explosiona en Guatemala, catalogado por cierto como uno de los diez países  más vulnerables del mundo, tiene efectos catastróficos en la pérdida de vidas humanas y deterioro de una agricultura familiar de ese 60% de habitantes pobres de la nación.

Hoy recordamos el terremoto de 1976 con una pérdida de más de 25 mil personas en áreas indígenas. Se perdieron  cosechas, casas, gallinas, coches, vaquitas, chompipes y hortalizas que no lograron recobrar.

El Huracán Mitch en el año de 1998  arrasó poblados enteros y hundió en el fango de las grandes correntadas de agua la vida humana de los guatemaltecos que ascendió a 669 muertos y 884 desaparecidos, además de la destrucción de su entorno.

El Huracán Stan nos cubrió en  2005  de lluvia que generó múltiples problemas en la población desprotegida socialmente. Un deslave en  Panabaj ubicado en Santiago Atitlán  dejó 111 muertos y 136 desaparecidos. Arrasó ranchos y se llevó los cultivos de la comunidad. Poco después en el  2010, la erupción del volcán  Pacaya y la tormenta Agatha ahondó aún más, la endeble economía campesina.

Está presente en nuestra memoria los terremotos de  San Marcos, del 2012 y 2014. Las casas se doblaron sobre el suelo. Las escuelas fueron derrumbadas por este evento sísmico y las personas caminaron con  angustia con paso de desaliento. Para el 2015, los movimientos telúricos provocaron un nuevo desastre social que desembocó en  la tragedia de El Cambray, ubicado en Santa Catarina Pinula. La tierra se removió y  enterró casas con todo y sus habitantes con la cauda triste de  200  muertos.

No podemos olvidar en este rosario de tragedias, la muerte  de  niñas quemadas en un albergue en San José Pinula el año de 2017.

Ahora, de nuevo nos azota el fenómeno del Volcán de Fuego, que arroja un fluido piroclástico en forma de nubes hacia arriba y hacia los costados llevando la muerte en esos fuertes nubarrones. Hemos visto por cierto, un video del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (OVSICORE) en donde explican estos científicos,  la naturaleza de estos fluidos y de cómo se puede advertir con cierto nivel de certeza  lo que va a suceder y de esa manera evacuar a  tiempo a los poblados.

Surge entonces la pregunta, ¿por qué los guatemaltecos y las universidades en particular, no hemos sido capaces de crear un centro de análisis e investigación científica para que nos ilustren acerca de tantos fenómenos que causan tragedias en Guatemala? Ciertamente la respuesta para atender a los damnificados siempre ha sido grande y solidaria, tanto de su población, como del Estado y la comunidad internacional para mitigar de inmediato los problemas más urgentes. Pero es necesario la prevención.

Para ilustrar nuestra realidad, recordemos que no hay en el país, una adecuada gestión de riesgos ni un ordenamiento territorial (existe una iniciativa de Ley en las gavetas del Congreso de la República desde 2010, que no se les ha dado la gana aprobar) que le permitiría al Estado visualizar las condiciones en las cuales habitamos. Tampoco hay un presupuesto que de manera inmediata se pueda utilizar con agilidad para atender estos dramas humanos.

Claro está que existe la Comisión de Emergencia llamada CONRED, pero su funcionamiento hasta hoy, es poco eficiente, a pesar que se cuenta con  luces científicas del Señor Edy Sánchez y su equipo técnico del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Metereologia e Hidrología (INSIVUMEH). Sin embargo,  también insuficiente ante gigantescos problemas que ocasionan los fenómenos naturales, principalmente, a partir de lo que el mismo Sánchez afirmó al indicar que “no tienen suficiente equipamiento para el control de los 3 volcanes: Pacaya, Santiaguito y Fuego”. Y es hasta ahora que  nos hemos enteramos que en Costa Rica si existen protocolos que alertan para evacuar a la población al visualizar fluidos piroclásticos. Y a su vez la NASA, tiene una tecnología satelital que puede usarse para prevenir desastres humanos, tal y como lo ha señalado el vulcanólogo Simon Car, del MIT al examinar el fenómeno del volcán de fuego.

Ya es hora que se haga un parteaguas ante tanta desgracia. Recompongamos nuestras instancias estatales para que atiendan la diversidad de problemas con eficiencia y transparencia. Obviamente nuestro entorno está saturado de miseria como la aguda realidad  del acceso a tierras cultivables, apoyo técnico y financiero para promover una economía campesina,  falta de vivienda,  trabajo, salud,   agua, entre otros aspectos centrales a resolver. Requerimos con urgencia la aprobación de la ley de   ordenamiento territorial, cuido del ambiente y atención a las incidencias del Cambio Climático, lo  cual debe estar presente en cada municipalidad para actuar con responsabilidad, así como una visión adecuada y técnicamente fundamentada  del Ministerio de Ambiente, a fin de que Guatemala no marche a la deriva.

Es necesario un parteaguas que defina otro rumbo de nación, si no queremos seguir con el rosario de tragedias  como las que hemos vivido hasta la fecha. La vida es sagrada y debemos de cuidarla con ternura y racionalidad.  

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Ignacio EspañaComentario