El poder necesita legitimidad por Juan Callejas

Tener el poder legal, pero sin legitimidad – suficiente participación electoral - es altamente complicado y con amenazas que se pueden sentir en el corto plazo. Tener el poder legal con una potencial alta dosis de legitimidad, pero no lograrlo, es signo de incompetencia para ejercer el poder y la misma legitimidad se va perdiendo con el desatino en el actuar.

Un ejemplo del primer punto es claramente al que se ve enfrentado desde ahora el binomio ganador en la reciente elección de Presidente y Vicepresidente, puesto que el nivel de participación de la población apta para votar, no alcanzo ni siquiera el simbólico 50%. Esto hace urgente, si nos queremos evitar problemas, la búsqueda de legitimidad.

El país de España en su reporte sobre el evento electoral en Guatemala, reporta de esta manera: ““Sin embargo, la jornada de votación fue un funeral sin emoción democrática ni colas frente a los colegios electorales. El otro ganador de la jornada fue la abstención. Con una participación del 42% el nuevo mandatario resultó elegido con menos de dos millones de votos sobre un padrón de más de ocho.”

Un ejemplo del segundo aspecto es el del actual Presidente y Vicepresidente, quienes habiendo ganado en una alta participación ciudadana, alcanzaron una también muy alta participación de sus votos, pero evidentemente dejaran el cargo sin tener un mínimo respetable de poder. Todo, producto de la ineptitud y algunos otros pecadillos.

Un efecto muy importante, es el vaciado de contenido de la “legitimidad” de la elección, misma que produce un gobierno legal, pero no legitimado por la soberanía del pueblo. Legal, pero sin el poder que produce el voto. En el predominio de las ideas postmodernas, cuando los conceptos adquieren el valor que cada uno les quiere dar y no el que realmente tienen, es altamente probable que esta idea de la legitimidad como factor indispensable para gobernar, no adquiera la relevancia del caso y es por ello que se pueden anticipar peligros a corto plazo en Guatemala.

Para aclarar el punto, es importante comprender el concepto básico de legalidad y legitimidad: “La legalidad pertenece al orden del derecho positivo y sus normas contienen siempre fuerza de ley (es decir generan obligación jurídica). ... Mientras que la legalidad genera obligación, la legitimidad genera responsabilidad (política o ética) y reconocimiento. Sin la diferencia entre legalidad y legitimidad el sistema político se torna fatalmente totalitario. El mantenimiento de esta frontera es una de las tareas más precisas y delicadas de todo sistema político democrático.”

https://www.paralelo36andalucia.com/legalidad-y-legitimidad/

El vaciado de contenido de la legitimidad en la elección, genera un vacío de poder no delegado y abre las puertas a la desobediencia civil por un lado y por otro a una crisis de gobernabilidad que debería conducirnos, si somos responsables e inteligentes, a la búsqueda de acuerdos políticos de valor para el reencause de nuestra anhelada democracia en el país.

De forma responsable, si de verdad y con la “verdad” se quiere servir al país y a su propia gestión de Gobierno, la pareja presidencial electa, deberá plantear un Pacto Político Nacional de Unidad que haga posible obtener de los sectores activos del país, un nivel de confianza que permita el tiempo necesario para implementar sus planes de trabajo, sin perder de vista que tendrá: una oposición política que buscará impedirle que se ponga en marcha; la fuerza del crimen organizado con estructura territorial y sectores del Estado tomados, además del dinero y la armas suficientes en calidad y cantidad para seguir avanzando.

Por supuesto, la ausencia de legitimidad, también debilita a la gestión futura, sus capacidades de representación para negociar con posiciones firmes con la comunidad internacional, ahora cada vez mas abusiva y prepotente, sobre todo, de cara a la lucha contra la corrupción, impunidad y migración. Animo, un Pacto Político Nacional por la Unidad es fundamental.

1511866_M.jpg