Juan Alberto Castañeda - La USAC y el nuevo paradigma educativo

La UNESCO declaro a principios del año 2 mil que este sería el siglo del conocimiento y del aprendizaje permanente, de la educación continua, esa educación  que no se detiene, la que está en renovación constante, porque es dinámica y no estática, en ese contexto nosotros tenemos que replantearnos ¿Cuál es la educación terciaria que nuestra sociedad necesita en este siglo?

Estamos ante un escenario que se rige por nuevos paradigmas, que son desafíos para la comunidad educativa universitaria, tales como la formación integral del individuo, el desarrollo del talento humano en sus distintas expresiones, retomar la formación en valores, así como darle un mayor impulso a las funciones sustantivas de investigación, extensión y docencia, mejorando la entrega técnica de los saberes en cuanto a ciencia, tecnología e innovación, para coadyuvar a crear un país con más democracia, justicia y equidad.

El paradigma educativo hegemónico desde el siglo pasado corresponde a la corriente conocida como tradicional, denominada por Paulo Freire como “educación Bancaria”  inspirada en los principios del dogmatismo y con influencia de la psicología conductista, es por eso que sus principales características son el ser verbalista, memorista, mecanicista, dogmática y autoritaria, donde se pondera el contenido académico y la función del docente.

En el último cuarto del siglo 20 se inició en el mundo una tendencia por reformar la educación, en Guatemala esta idea de Reforma Educativa surgió de los Acuerdos de Paz, específicamente del Acuerdo de los Derechos de los Pueblos Indígenas y del Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria. En esa tendencia reformadora, surgen nuevas corrientes de pensamiento sobre la educación, cuestionando obviamente al paradigma hegemónico  al reconocer otras formas de enseñar y aprender, con una concepción distinta sobre el rol del alumno en la construcción del conocimiento.

De esa cuenta en Guatemala se asume la transición hacia el paradigma constructivista de la educación, colocando al alumno como centro y sujeto del proceso educativo y al docente como un facilitador y mediador entre texto y contexto.

En este escenario de cambios acelerados, en el  marco de la globalización, la educación no podía quedarse anclada al paradigma de la escuela tradicional. Existe un  vertiginoso crecimiento del conocimiento científico y de la tecnología de la información y la comunicación que hace insostenible mantener en el ejercicio del hecho educativo la concepción de la relación vertical entre docente y alumno.

En el libro “El camino de la educación en Guatemala” el Doctor Olmedo España cita a José Joaquín Bruner, que ha dicho que la primera vez la humanidad tardo 1750 años en duplicar el volumen de sus conocimientos. La siguiente le tomo 150 años duplicarlo, la subsiguiente 50 años. Hoy se duplica cada 5 años y se estima que en el 2020 se duplicara cada 73 días.

Ante esta situación la educación como proceso transformador, aspira a coadyuvar a la preparación de individuos para la sociedad del conocimiento, con competencias básicas de comunicación, lógica matemática, uso de herramientas tecnológicas, idiomas y respeto por el medio ambiente.

El propósito es formar estudiantes con excelencia académica, pero también que  sean ciudadanos éticos, con un aceptable acervo cultural. Que sean profesionales reflexivos, críticos, asertivos y propositivos. Con capacidad de construir conocimientos y resolver problemas.

La renovación curricular que incluye un nuevo modelo pedagógico involucrará las nuevas tendencias de los procesos de aprendizaje y formación. El nuevo modelo pedagógico transforma la concepción que predominó durante tantos años, cuyo protagonista era el profesor que transmitía conocimientos en forma magistral a los alumnos que los asimilaban pasivamente manteniendo la contradicción educando educador y educador educando tal como lo planteo Paulo Freire en la “Pedagogía del oprimido”.

Desde el nuevo paradigma se cuestionó a la escuela tradicional al concebir que el estudiante llega al hecho educativo con aprendizajes previos y que este aprende en una relación dialógica en el marco de un trabajo colaborativo.

La universidad hoy día es un espacio pedagógico vital en el cual deben comparecer la academia, la ética, la justicia, la tolerancia y una cultura de paz en medio de la diversidad de un país multicultural, multiétnico y plurilingüe. Esta imagen objetivo nos motiva a sumar esfuerzos para emprender una verdadera renovación curricular.

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