Giovanni Tobar Guzmán - El Cambio Climático, un fenómeno ambiental que nos desnuda socialmente

El fenómeno del cambio climático tiene las mismas características de las grandes crisis financieras mundiales, son causadas por un grupo pequeño de países pero sus efectos tienen una resonancia global. En este caso debe dimensionarse que dicho fenómeno ha sido generado por la irresponsabilidad de países que elevaron su nivel de vida a costa de una contaminación sin precedentes.

Países que desde la llamada Revolución Industrial lanzaron millones de toneladas de gases contaminantes, convirtiendo a la atmósfera en un depósito donde se alteró el equilibrio natural entre la energía absorbida y la reflejada, alterando el ciclo natural del carbono provocando un aumento de la temperatura y generando dicho fenómeno.

Por ello sin rehuir de nuestras responsabilidades nacionales, países como Guatemala con un aporte marginal de emisiones de C02, deben demarcar una posición muy firme en la arena geopolítica, dado que los países desarrollados tienen una deuda ambiental con el mundo, deuda que debe ser abonada con la promoción, facilitación y  transferencia de tecnologías a los países en desarrollo y a los países con economías en transición.

El Estado de Guatemala debe fijar posiciones más firmes en las diversas instancias globales en las cuales participa.  Es  inmoral que un Estado como el nuestro en las condiciones paupérrimas que se encuentra,  invierta anualmente millones de dólares en aliviar situaciones de emergencia ante la recurrencia de fenómenos extremos que se agravan en intensidad por causas de un fenómeno global del cual no hemos sido causantes y cuya contribución actual es prácticamente marginal. 

Esto es un costo de oportunidad muy alto para las futuras generaciones, puesto  que el desarrollo económico y social que tanto necesitamos se afecta periódicamente, dado que los programas de desarrollo de sectores como salud y educación, se reorientan para la  financiación de necesidades inmediatas de recuperación y reconstrucción de infraestructura vial y productiva.  Esto  seguirá ocurriendo  con sus repercusiones pues de acuerdo al Índice de Riesgo Climático Global 2017, Guatemala está incluida en el grupo de los 10 países más afectados, dada su vulnerabilidad asociada a su situación geográfica pero principalmente asociada a sus asimetrías sociales.

Guatemala es un país con una enorme riqueza en bienes y servicios naturales,  sin embargo históricamente la explotación de la mano de obra y  de los bienes y servicios naturales han sido la constante en el modelo de nación esbozado por las elites criollas y secundadas en la actualidad por grupos económicos emergentes.  Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, para el año 2014 Guatemala mostro niveles de desigualdad que superan los registrados en el resto de Centroamérica donde mujeres y grupos étnicos sufren la mayor exclusión social.

El coeficiente de Gini sigue manifestando el mayor nivel de desigualdad en Latinoamérica solo después de Brasil, con la diferencia que los brasileños han emprendido programas sociales bien aplicados que están reduciendo la brecha de desigualdad, mientras que en Guatemala la misma sigue en creciente aumento. Si a esto sumamos la fragilidad institucional en todos los órdenes,  pareciera que estamos condenados a sobrevivir en un laberinto contaminado.

En su pobreza, miles de guatemaltecos carecen de una vivienda apropiada y por ello se ubican en áreas propensas a derrumbes deslizamientos o inundaciones, así mismo su actividad económica generalmente se desarrolla en zonas agrícolas ubicadas en planicies expuestas a sequia recurrente o a inundaciones, por ello cada fenómeno extremo desnuda la realidad social del país que hemos construido, este es un mensaje que constantemente nos recuerda a los guatemaltecos las materias pendientes en la construcción de un Estado Nación incluyente, donde los ciudadanos podamos tener derecho a la oportunidad de vivir dignamente.  

Los organismos internacionales, los gobernantes, las cámaras empresariales, las universidades, las ONGs ambientalistas, la sociedad en su conjunto debe interiorizar que  además de leyes y acciones para la reducción de emisiones de CO2,  la mejor estrategia para la adaptación al  fenómeno del cambio climático es un compromiso nacional encaminado a la erradicación de la pobreza y la pobreza extrema, para ello,  es urgente la reorientación y acompañamiento de un modelo económico productivo del país que le apueste al Desarrollo Sostenible,  aunque para ello vamos bastante tarde, más vale tarde que nunca.